domingo, 15 de marzo de 2009

Mr. A
Haber si la memoria no me es ingrata, recuerdo a Mr. A, como un hombre con todas sus letras, tenía 35 años, casado y con dos hijos, nos conocimos con la gran mayoría de gays a través del messenger, chateábamos durante un buen tiempo, contándole mi vida y él la suya. A los 8 años mantuvo una relación con su primo mayor de 15 años, estuvo desde los 8 años hasta los 12 según me contó, prácticamente sufrió una violación, en ese entonces vivían en Trujillo, ciudad al norte de Lima, que esta a nueve horas de distancia en bus.
Vivía con la familia de su padre, tías y abuela, quiénes al parecer, al sospechar algo lo enviaron a estudiar a Lima, donde decidió no volver a tener relaciones homosexuales. Así terminó sus estudios, se graduó como ingeniero de sistemas, se casó con una chica cercana a él, y tuvo dos hijos.
Mr. A. me contaba lo que en una cuantas líneas fue su vida, intercambiando vivencias y experiencias, siempre me refería que sentía muchas ganas de volver a experimentar el sexo gay, a mi pensar reprimió por muchos años algo que era parte de él, es así como me buscó.
Un buen día, quedamos en conocernos, recuerdo que yo quería comprarme una cámara fotográfica, como no sabia nada de ello, le pedí que me acompañara a una tienda especializada, a lo cual aceptó después de salir de su trabajo. Cuando lo conocí personalmente me cayó muy bien, no se si fue química natural, era un hombre guapo, de mi estatura, usaba lentes, de contextura normal, cabello negro y corto, bien vestido, luego de un platica nos fuimos a comprar mi cámara y ya para despedirnos en el paradero, le dije para tomar algo en mi departamento que estaba cerca, a lo cual un poco indeciso al comienzo, aceptó después.
Llegamos a mi departamento, compré un par de cervezas heladas, era marzo, hacia un calor terrible todavía en Lima, nos sentamos y seguíamos conversando de la compra recién hecha y otras cosas. El siempre me decía que el día que me conociera me daría un gran abrazo porque consideraba que era una persona muy especial para él, algo así como un hermano, bueno en un momento dado, me lo recordó y lo hizo.
Nos envolvimos en un gran abrazo fraterno al comienzo, después viéndonos a los rostros no aguantamos el deseo de besarnos apasionadamente, como dos seres que se complementaban perfectamente, estuvimos así por un buen tiempo, besándonos, jugando con nuestras lenguas, disfrutando de algo que los dos lo deseábamos intensamente.
Como es lógico a los besos siguió la pasión, inundando nuestros cuerpos, acariciando su cuerpo, su espalda, su trasero, nos envolvimos en una llama pasional un tanto irracional, comenzamos a desvestirnos a conocer nuestros cuerpos, al paso de que cada prenda caía al suelo, descubria su bello cuerpo formado, velludo, con un trasero bellísimo y unas piernas que solo mi memoria puede recordar y deleitarse al hacerlo, el fuego fue consumiéndonos mas y mas, llevándonos a la cama donde todos los amantes expresan y explotan de placer.
Luego de ello, estuvimos viéndonos una vez por semana en unos encuentros tan deliciosos, yo lo había tomado solo como sexo, ya que hacia poco había terminado mi primera relación gay. Fueron encuentros llenos de mucho sexo, y ternura porque cada vez que terminamos él se vestía y le gustaba echarse sobre mis piernas en el sofá de mi sala, con un rostro tan tierno y lleno de felicidad, era nuestra felicidad, acariciándolo en la frente, le recordaba que tenía que irse a su casa porque allá lo esperaban.
Así estuvimos dos meses, recuerdo que siempre me decía que si encontraba una pareja, él daría un paso al costado, en fin, siempre tuvo el problema de su aceptación de ser bisexual, le causaba sentimientos encontrados el hecho de estar con un hombre a pesar de que lo disfrutaba plenamente a la hora del sexo, con una pasión y ganas increíbles. Hasta que un día a través de un mail me dijo que tenia que cortar esto por su familia, sus hijos, que no era correcto, a lo cual acepté, porque sabía que era una relación que no tenia ni pies ni cabeza y no podía durar por siempre, ya que era un amor imposible y eso es lo que era realmente, porque después me di cuenta de que nos habíamos enamorado los dos, y él al darse cuenta de ello decidió terminar.
A las pocas semanas me escribió, me daba muchas indirectas como que se iba de viaje a tumbes, a ver a su verdadera madre, invitándome a salir, a lo que le respondí con toda la ira de un hombre al cual lo dejaron, que se dio cuenta que estaba enamorado y que después vengan a volver a usarlo, me sentí de lo peor y lo mande a rodar señalándole que yo no era su juguete para que me use cuando él quería y luego me dejase.
La relación terminó, cada uno siguió su camino, me dejó la verdad mal, me había enamorado de ese hombre, de su personalidad, él era tan tranquilo era como el agua que calmaba mi fuego, tan tierno como un niño pequeño, tan hombre al estar en la cama, sentía que se me entregaba en cuerpo y alma en cada encuentro, cada vez que sentía su piel , sus bellos, su cuerpo, hasta ese fuerte olor de sus axilas que en un comienzo me desagradaban pero después me excitaban, esos besos, esa ternura de su rostro cada vez que se ponía sobre mi pecho y cerraba sus ojos y dormitaba con una cara de satisfacción y ternura, por eso lo ame y no me arrepiento, siempre le decía que: ”era mi hombre perfecto”, porque tenia todo lo que buscaba en una pareja.
Después de casi dos años, borrando los correos antiguos encontré los de él, y le escribí preguntándole como le había ido, durante todo este tiempo que no sabia nada de él, ya lo había perdonado y superado todo lo que pasó; a lo que me respondió que justo el día anterior había estado pensando en mi, y que cada vez que pasaba por el estudio donde yo trabajaba rumbo a su casa se acordaba de mi, diciéndome que un día nos veríamos para tomar un par de cervezas y conversar. Que irónico, coincidente o a propósito, me inclino por lo último, me llamo y quedamos en vernos, le mande un mensaje para vernos en algún lugar un viernes, a lo que él me dijo que si, pero un viernes por la mañana recibí un mensaje diciéndome que vendría a mi departamento a las tres de la tarde.
Llegó, estaba igual no había cambiado en nada, yo si me había subido de peso por mis gustos por la comida, vestido con jeans y una camisa roja, que resaltaba su blanca piel, luego fuimos a la sala, y nos pusimos a conversar de lo que había sido nuestras vidas en estos años, sin saber nada el uno del otro, yo le conté todas mis peripecias, como había salido del closet por amor en fin, y él la suya, sus problemas económicos, en fin, la verdad que quise antes de que llegue recriminarle por el dolor que había sentido cuando me dejó, pero cuando lo vi me olvide de todo aquello, estuvimos conversando por un buen tiempo, sentados en el sofá, hasta que el calor del verano, nos volvió a jugar la misma pasada, pero esta vez mas libremente nos besamos y la pasión nos fue envolviendo nuevamente, en una furia incontenible para ambos, fue una tarde deliciosa, en la que nos quedamos dormidos uno junto al otro extenuados de tanto erotismo y proezas sexuales, despertando arremetimos una segunda ronda donde ningún lugar del departamento estuvo a salvo, fue una bella tarde y recordé algo y se lo dije : “ahora recuerdo porque te extrañaba tanto, es que tu si eres un hombre de verdad”; fue la ultima vez que nos vimos.

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